San
Salvador, El Salvador.- Desde el 1 de junio de 2029 cusando Nayib Bukele
inicia su primer mandato presidencial, a los miles y miles de miembros de las
bandas “salvatruchas” le comenzó su fin, pues desde entonces el gobierno salvadoreño
inició una batida y su intención es exterminar ese espécimen de seres en El
Salvador.
Corresponsales de prensa extranjera recorrieron Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) y esto fue lo que vieron:
Marvin Medrano, el 'Sayco', lleva
tatuadas en su torso las siglas "MS" de la Mara
Salvatrucha... para siempre. Purga 100 años en la megacárcel para
pandilleros construida hace dos años en El Salvador por el gobierno de Nayib
Bukele, de la que dice estar consciente que nunca saldrá.
En una pequeña sala contigua a las
celdas, bajo vigilancia de un grupo de policías, Medrano, de 41 años, dice a un
equipo de periodistas de prensa extranjera estar arrepentido de su pasado
violento.
"Estamos en un penal de máxima
seguridad en donde sabemos ya no va a haber salida para nosotros", dice el
'Sayco', como lo conocen en la también llamada MS-13, cuya condena fue impuesta
por dos asesinatos.
Emblema de su "guerra"
contra las pandillas, Bukele inauguró en la noche del 31 de enero de 2023
el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), considerada la
cárcel más grande de América Latina, en una zona deshabitada en las afueras de
Tecoluca, 75 km al sureste de San Salvador.
La prisión, rodeada de enormes muros de
concreto, está diseñada para 40.000 detenidos, pero actualmente hay unos 15.000
de las pandillas MS-13 y Barrio 18, precisó su director Belarmino García.
Fueron detenidos bajo un régimen de
excepción impuesto por Bukele tras una escalada de violencia de 87 asesinatos
entre el 25 y 27 de marzo de 2022.
Más de 83.000 personas han sido
detenidas -de las cuales unas 8.000 fueron liberadas por ser inocentes, admite
Bukele- bajo ese régimen fuertemente criticado por organismos humanitarios
porque permite arrestos sin orden judicial y limita derechos del debido
proceso.
"Crazy
Criminal".- Las
pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 aterrorizaron a El Salvador desde fines
de los años 1990 y aún lo hacen en Guatemala y Honduras.
Medrano recuerda que comenzó como
pandillero en Estados Unidos, cuando tenía entre 11 y 12 años. En su espalda
están tatuadas las letras "CCS" (Crazy Criminals Salvatruchos).
Tenía tres años cuando fue llevado por
familiares a Estados Unidos y allí vivió hasta 2001 cuando regresó a su país
natal. "Me vine huyendo, porque quise quitarle la vida a un ser humano
allá", confiesa.
Tras llegar a El Salvador, el 'Sayco' se
fue a vivir a una localidad del Puerto La Libertad (suroeste), donde formó una
célula de la MS-13.
Hoy, Medrano dice lamentar sus
"malas decisiones", sobre todo al recordar que tiene un hijo, cuya
edad no precisó, que dice no quiere que siga sus pasos.
En el Cecot, los pandilleros son
vigilados las 24 horas del día con cámaras y guardias, y son sometidos a un
riguroso encierro, sin posibilidad de recibir visita de sus familiares.
"Uno ha sufrido, he perdido a mi
familia, ¡qué no hemos perdido nosotros en la cárcel!", dice el 'Sayco'.
Sin
posibilidad de rehabilitación.- El Cecot ocupa un área de 166 hectáreas
en 23 de las cuales se construyeron ocho pabellones, cada uno con 32 celdas con
gruesos barrotes de acero.
Unos 1.000 agentes penitenciarios,
600 soldados y 250 policías antimotines vigilan el lugar.
"Estos sujetos son unos psicópatas
que muy difícilmente se pueden rehabilitar y por eso están aquí, una prisión de
máxima seguridad de la que no saldrán", dice García a periodistas en un
recorrido por la prisión.
En sus celdas, los reclusos visten
camisa y pantaloncillos blancos, y están mezclados miembros de la MS-13 y
Barrio 18, enemigos a muerte.
García ordenó a los reclusos de una
celda despojarse de sus camisas para dejar ver sus cuerpos tatuados con
intrincadas imágenes de mujeres, lápidas, calaveras o cruces.
Los reos salen de sus celdas únicamente
cuando tienen audiencias judiciales, que se hacen en forma virtual en alguna de
las seis salas dispuestas para ello en el penal, o para hacer ejercicio por
media hora al día en un gran pasillo dentro de los pabellones.
La ducha es con agua que toman de una
gran pila dentro de sus celdas, mientras que para beber la recogen de un gran
barril de plástico.
Duermen en catres de acero inoxidable,
sin colchón y se abrigan con una sábana blanca delgada. En sus comidas priman
los frijoles o la pasta, nunca hay carne por orden del gobierno.
"Todo fue en vano lo que algún día
hicimos y lastimosamente las condiciones en la cual nos encontramos.... como
pandilla jamás nos imaginábamos (esto), pero es la realidad", concluye el
'Sayco'.
Fuentes:
Agencias internacionales de prensa y archivos periodísticos.
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