El presidente Luis Abinader entrega una placa de reconocimiento a la maestra dominicana radicada en Estados Unidos, Carisa Musialik. En ambos extremos, la vicepesidenta Raquel Peña y el ministro de Educación, Luis Miguel Decamps García.
Santo Domingo.- Desde las aulas de la ciudad de Nueva York, la dominicana Carisa Musialik ha cruzado fronteras con su vocación docente, al punto de ser reconocida recientemente con el Premio a la Excelencia Magisterial 2025 en el exterior, que otorgan el Gobierno dominicano y el Ministerio de Educación.
Desde pequeña mostraba inclinaciones hacia la enseñanza: reunía a sus primos, los sentaba en el suelo y simulaba dar clases. No obstante, su primer sueño era convertirse en neuróloga y pediatra. Ese camino cambió cuando, a los 15 años, emigró a Estados Unidos y más adelante estudió Literatura en Hunter College. A los 21 años ya estaba enseñando inglés a niños hispanos recién llegados, y desde entonces no ha parado.
Con más de 15 años de trayectoria educativa, Musialik se ha dedicado especialmente a enseñar inglés a estudiantes dominicanos en la Escuela Gregorio Luperón, donde el 90 % del alumnado es de origen quisqueyano. “Ellos son mi comunidad, hablan como yo, tienen los mismos retos que yo enfrenté. Por eso puedo entenderlos y guiarlos mejor”, dijo con orgullo.
Su historia también está tejida de nostalgia. Reconoce que dejar su tierra la marcó profundamente: “Cuando te vas, te vuelves aún más dominicano. Yo me fui, pero nunca me fui del todo”.
La noticia del premio le llegó con sorpresa y humildad. Fue su decana quien la propuso y, aunque al principio no se lo creía, el reconocimiento la llenó de emoción. “El síndrome del impostor se apoderó de mí, no se lo conté ni a mi familia hasta dos días antes del acto. No me lo creía”, confesó.
En la foto, la maestra dominicana Carisa Musialik imparte docencia en una escuela de Nueva York.
Para Musialik, el premio es colectivo: “No es mío. Es de mi familia, de mi abuela, de mi madrina, de mis vecinos, de todos los que me ayudaron a llegar aquí”. También agradeció a Dios, a quien atribuye cada paso de su vida: “Si mi mamá no se hubiese ido, no me hubiese criado con mi abuela, que fue mi mayor inspiración”.
Además de enseñar, Carisa también escribe cuentos para niños y adultos, así como poesía, y su compromiso con la educación va más allá del aula.
En un mensaje a los maestros dominicanos, los exhortó a trabajar unidos y a recordar siempre la dignidad de sus estudiantes: “Todos los estudiantes tienen luces y sombras, y merecen respeto y amor, incluso cuando se porten mal o no saquen buenas notas”.
La historia de Carisa Musialik es testimonio de cómo la pasión, el arraigo y el compromiso pueden romper cualquier frontera.
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