Entre los 604 soldados dominicanos que el Gobierno envió a la “Guerra de Irak” en 2003-2004, hay veteranos con traumas.
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Esta es una de las escenas donde estaban los soldados dominicanos en la "Guerra de Irak" en los años 2003 y 2004. |
Santo Domingo.- Después
de pasar hasta seis meses en la guerra de Irak, en una misión que el Gobierno
anunció como humanitaria, los 604 dominicanos retornaron en 2004 con sus
sentidos en alerta. A pesar de que estaban en un territorio hostil, las Fuerzas
Armadas se preocuparon más por el estado físico en que volvieron y menos del
mental. Todavía hay quienes padecen de estrés postraumático y presentan
secuelas comunes como agresividad e intolerancia.
En una loma de
Yamasá está el exsoldado Rubén Rivas Rodríguez, de 36 años, diagnosticado con
trastorno de estrés postraumático y a quien su padre califica como un demente.
En Mao, a la madre del exmilitar Stanling Álvarez Bueno se le dificulta lidiar
con la agresividad y el insomnio de su hijo de 33. En Puerto Plata se instaló Santos
Olivo Fernández, un exguardia, de 40 años, que prefiere vivir en el campo,
rodeado de gallinas, porque la tranquilidad le ayuda a controlar sus impulsos
violentos (vea sus historias más adelante).
“Fue el viaje
más maldito que se pudo dar”, dice enojado Olivo Fernández. Es uno más de los
disgustos que suelta cuando recuerda su experiencia en Irak.
En medio de un
interés del entonces presidente Hipólito Mejía de conseguir apoyo para lograr
la reelección presidencial, y a pesar de la oposición política y social que
generó su ofrecimiento de enviar soldados y policías dominicanos a Irak, el 11
de agosto de 2003 partió a la misión el primer grupo de 302 criollos que
integraron la Fuerza de Tarea Quisqueya.
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En la foto, dos mujeres esperan cerda de la puera
custodiada por un soldado de la
República
Dominicana para recibir la
pensión de guerra de
la autoridad de la coalición en
Diwaniya,
el 18 de septiembre de 2003.
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En ese entonces
el Gobierno informó a la opinión pública que se envió al contingente para
ayudar al pueblo iraquí a reformar sus instituciones y reconstruir su país
asediado por una guerra motivada principalmente por la supuesta posesión y
desarrollo de su líder, Saddam Hussein, de armas de destrucción masiva. Pero el
conflicto bélico, que comenzó en 2003, se extendió hasta 2011.
El Ministerio
de Defensa precisó a la periodista Mariela Mejía, del periódico Diario
Libre, que el personal realizó tareas de vigilancia, patrullaje e
inteligencia.
La base de
operaciones de los dominicanos estaba en Diwaniya, una ciudad de casi 400,000
habitantes, a unos 180 kilómetros al sur de Bagdad. El grupo se integró a
tropas de Honduras, El Salvador, Nicaragua y España (que las encabezó) para
conformar la Brigada Multinacional Plus Ultra de la operación Iraqui
Freedom, liderada por los Estados Unidos.
Para septiembre
de 2003, España tenía en Irak un contingente de tropas de 1,300 efectivos,
sirviendo bajo el mando polaco en las regiones centrales de Najaf y Diwaniya,
junto a una fuerza centroamericana de 1,200 personas de Nicaragua, República
Dominicana, Honduras y El Salvador.
En diciembre de
ese año se reportó que al menos tres iraquíes, entre ellos dos niños,
resultaron heridos a consecuencia de un ataque con cinco granadas de mortero
contra la base en la que estaban los dominicanos en Diwaniya, sin que alguno de
los criollos resultara afectado.
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En la foto, soldados dela República Dominicana asisten a una
ceremonia de despedida en la base de las
fuerzas
multinacionales en Diwaniya, el 1 de mayo de
2004.
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Entre finales
de enero y principios de febrero de 2004, la Fuerza de Tareas Quisqueya retornó
a la República Dominicana. A cada uno, personal de las Fuerzas Armadas le
realizó un examen de pocos minutos y avaló que estaba en buenas condiciones; lo
mismo se hizo cuando volvió la segunda fuerza de tarea en mayo.
Pero, según informó
un miembro del equipo médico que estuvo en la misión, no se les hizo un examen
minucioso de la salud mental. Si lo hubieran hecho, indicó que la prueba más
simple habría conllevado 45 minutos como mínimo.
“(El examen)
fue totalmente por agotar un procedimiento y nada más”, dice el exsargento
Mario Polanco Medina, quien participó en la misión. “Yo duré alrededor de un
año y pico que para dormir tenía que acostarme totalmente ebrio, no saber de
mí, porque la mente mía todo el tiempo pensaba que estaba en conflicto”.
Polanco Medina
fue uno de los 302 dominicanos que partieron a Irak en enero de 2004 para
conformar la Fuerza de Tareas Quisqueya II. Relevarían por seis meses al primer
grupo pero la misión se acortó.
El 25 de abril
de ese año, el periódico Diario Libre publicó que el
expresidente Mejía reveló que asumió la responsabilidad de retirar a los
soldados luego de recibir un informe de las Fuerzas Armadas que le advertía
sobre el pánico en que vivía el contingente tras ser objeto de ataques.
Días antes
diversos medios de prensa publicaron que la Fuerza de Tarea Quisqueya II
había sido blanco de varios ataques en los que se confirmó la muerte de por lo
menos un civil y varios heridos.
El oficial
militar Carlos Cuervo Desangles, según lo publicado por el periódico El Caribe,
informó que las tropas dominicanas que fueron fuertemente atacadas, ubicaron
que desde un hospital, prácticamente abandonado, estaban recibiendo fuego y
decidieron mandar una unidad a asegurar el edificio. “Cuando se acercaron
fueron repelidos por un batallón de ‘elementos’ armados, vestidos de civil, que
empezaron a hacerles fuego, y ellos tuvieron que llegar al hospital, combatiendo”,
narró
“Desde que
pasaron esos ataques todos los compañeros cambiaron”, asegura Polanco Medina.
El entonces
secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general José Miguel Soto Jiménez,
indicó que el retiro de las tropas tuvo que ver con varias razones, entre las
que se encontraba la salida intempestiva de otros países integrantes de la
Brigada Multinacional Plus Ultra, lo que dejaba a los dominicanos sin apoyo
operacional.
La Fuerza de
Tareas Quisqueya II regresó en mayo de 2004.
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La foto muestra las insignias que portaban miembros de la misión dominicana en Irak.
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El regreso... y las secuelas.- El general Santo
Domingo Guerrero Clase, quien para ese entonces era subdirector de Inteligencia
de las Fuerzas Armadas, asegura que el contigente volvió en buen estado físico
y mental. Al preguntarle cómo fue el proceso de la evaluación sicológica, responde:
“No tengo ahora mismo la documentación para poder responder tu pregunta de una
forma apegada al método científico”.
El general, quien hoy es director de
Planes y Operaciones del Estado Mayor Conjunto del Ministerio de Defensa, toma
su teléfono celular y llama a una persona -que no identifica- para que lo
asista con las respuestas de la entrevista. Le pregunta:
—De los que se han ido de la guardia, ¿hay
algunos que tienen o no problemas mentales?
Pausa y escucha la respuesta.
—Que sí, que hay algunos que, al parecer,
han tenido problemas, pero después que han salido de la guardia.
El oficial se refiere a personas que son
parte de un grupo de unos 50 que fueron a Irak y no están activos porque fueron
cancelados o se retiraron.
“Después que salen, nosotros no tenemos
que darles seguimiento”, afirma.
Los efectos sobre la salud mental de un
suceso impactante pueden percibirse durante la exposición al evento o
inmediatamente después de este, así como días e incluso meses más tarde,
explica la presidenta de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, Marisol
Taveras.
El Ministerio de Defensa informó que “no
se tienen datos precisos” sobre referimiento médico o siquiátrico de miembros
de la misión. Sin embargo, los periodistas de Diario
Libre encontraron casos de veteranos atendidos por especialistas con
síntomas clínicos de problemas de salud mental.
Un siquiatra que prestó servicios en el
Centro de Especialidades Médicas de la Reserva de las Fuerzas Armadas recuerda
que en los meses posteriores al retorno de los veteranos desde Irak, llegó a
consultar en el local -y de forma privada- a militares con neurosis de ansiedad
y trastorno de estrés postraumático.
Con un diagnóstico de estrés postraumático
vive en Yamasá el excabo Rivas, cuyo caso y el de otros se pueden conocer en videos en el siguiente
mapa exploratorio.
Un especialista de salud mental que
participó en la misión dominicana en Irak explica que lo ideal es que a una
persona que ha sido sometida a un área de responsabilidad, de actividad bélica,
se le practiquen algunas pruebas y una buena entrevista psiquiátrica.
El médico, que pidió no ser identificado y
al que para esta historia llamaremos doctor Liranzo, cita entre las pruebas
evaluaciones de personalidad, charlas continuadas, terapia de grupo, evaluación
individual y pruebas sicométricas extensivas a por lo menos uno o dos años,
hasta desarticular cualquier trauma o secuela.
“Hay que tener en cuenta que esta gente
que estuvo ahí no son soldados cualquiera, son gente entrenada para matar que
sabe de violencia”, agrega.
El doctor menciona que las pruebas no se
hicieron con el rigor debido porque los soldados retornaron al país en un clima
político, el de las elecciones presidenciales de mayo de 2004, y cuando el
expresidente Leonel Fernández ganó los comicios, no le dio importancia al tema.
En la época electoral, el embajador Hans
Hertell se acercó al entonces candidato Fernández con una solicitud para que su
campaña no criticara públicamente la decisión de Mejía de enviar tropas a Irak,
según un cable de la Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo, fechado el 2
de abril 2007 y filtrado en 2011 por Wikileaks.
El cable agrega que, durante una visita
inesperada a Washington, justo dos meses antes de las elecciones, los líderes
del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina y Temístocles
Montás, aseguraron al Consejo de Seguridad Nacional y al Departamento de
Estado, que la campaña no se centraría en las acciones de Estados Unidos en
Irak ni en las negociaciones en curso sobre el acuerdo de libre comercio
regional con los Estados Unidos (CAFTA, en inglés).
Estas condescendencias políticas
demostraron a la Embajada “el pragmatismo y la moderación del PLD”. “Un partido
que creemos que comprende muy bien el valor de las relaciones de la República
Dominicana con los Estados Unidos”, dice el cable.
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El excabo Rubén Rivas Rodríguez fue miembro de la Fuerza de Tareas
Quisqueya II y ha sido diagnosticado con trastorno de estrés postraumático.
Prefiere vivir hacinado, en una rancheta al lado de su casa.
Los
males de los veteranos.- El síndrome de estrés
postraumático es el trastorno más frecuente que presentan los veteranos de
guerra estadounidenses, más que la depresión y el abuso de sustancias. Entre
sus síntomas están sentir que el evento que lo provocó sucede otra vez,
dificultad para dormir o pesadillas, sentimiento de soledad, depresión y
explosiones de ira.
Un mismo evento
puede afectar a unos y a otros no. Esto se debe a que cada quien reacciona ante
un suceso de acuerdo a sus condiciones particulares influenciadas por factores
como el apoyo familiar o del círculo primario, la presencia de condiciones de salud
mental previas, resiliencia, rapidez y efectividad de la atención que reciba
posterior al evento traumático, explica la siquiatra Taveras.
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Certificado entregado al excabo Rivas por su
participación en la guerra de
Irak. A los demás
miembros les fueron entregados
pergaminos
similares para agradecer su
apoyo a la misión.
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La especialista
agrega que se considera trastorno de estrés agudo cuando los síntomas se
desarrollan al menos tres días hasta un máximo de un mes luego de la
exposición, y trastorno de estrés postraumático cuando estos síntomas superan
un mes de duración. Las tasas de curación no han sido determinadas con
exactitud y se puede conseguir una disminución significativa de los síntomas e
incluso su control total con la combinación de tratamientos.
Aunque entre
las filas militares hay quienes cuestionan que los veteranos dominicanos tengan
secuelas sicológicas porque no estuvieron directamente en combate, el doctor
Liranzo sostiene que el hecho de estar en terreno hostil y alertas a cualquier
ataque, pudo dejar huellas e, inclusive, militares activos pueden padecerlas y
no comunicarlas.
“El estrés era
altísimo porque nadie dormía. Yo dormía con el chaleco antibalas puesto”, dice
el médico.
El doctor
asegura que muchas personas que retornaron de Irak llegaron con tolerancia
cero. Aunque observa que no hay datos que den seguimiento del estado de los 604
hombres que participaron, repasa que hubo gente que se mató en accidentes de
tránsito y otros cometieron asesinatos por celotipia o “por cualquier cosa
pequeña”.
Cita también
consecuencias comunes como casos de divorcios.
“Una de las
características del estrés postraumático es la tolerancia cero –explica–. No
toleras ya muchas cosas. Por una exigencia normal como ‘mira, falta esto, falta
aquello’, dices: Ah no, me voy a divorciar, voy a dejar esta vaina”.
A finales de
enero de 2004, el cabo Aris Emmanuel Abreu Santos, recién regresado de Irak con
la Fuerza de Tarea Quisqueya, mató a balazos a Sabino Castillo
Vázquez e hirió a Nathanael Gil Martínez durante una discusión en un centro de
diversión de San Francisco de Macorís, según publicó el periódico Diario
Libre. Quienes conocían al agente, lo describieron como una persona
tranquila antes de partir hacia la guerra, pero tras su regreso mostraba una
conducta agresiva incluso contra algunos de sus amigos.
En España se han documentado casos de
veteranos con secuelas mentales tras prestar servicio en Irak. En mayo de 2008,
la agencia de noticias Europa Press reportó que el Ministerio de Defensa de
España reconoció por primera vez en ese país que un militar, veterano de Irak,
padecía de trastorno por estrés postraumático o síndrome del excombatiente y,
según informó el abogado del suboficial, le correspondía una pensión vitalicia
mejorada y la baja como miembro de las Fuerzas Armadas.
Los problemas mentales son de las
principales causas que llevan a buscar ayuda a los veteranos de guerra
estadounidenses en el Departamento de Asuntos de Veteranos del Gobierno.
En los Estados Unidos hubo más de 6,000
suicidios de veteranos cada año desde 2008 hasta 2016, de acuerdo a un informe
oficial. El reporte estima que los soldados que fueron a la guerra tienen 1.5
veces más probabilidades de suicidarse que los adultos que no participaron.
El presidente estadounidense Donald Trump
firmó en marzo pasado una orden ejecutiva que busca contener el alto número de suicidios
en los veteranos mediante un programa de salud integral.
“En Estados Unidos y los países
civilizados, cuando la gente regresa la familia puede verlos y están obligadas
a tener sesiones permanentes en unidades de sicología”, observa el doctor Liranzo.
Recuerda que hubo un soldado dominicano
que cuando estaba en Irak se le murió su madre. “Él era el único hijo, entonces
cuando son casos así, es un caso repatriable porque ese señor se puede
convertir en una bomba de tiempo y un soldado así puede terminar matando
gente”, dice.
Un grupo de
veteranos de Irak (que no son militares activos) todavía sostiene que les
prometieron incentivos, como pensión, viviendas y exoneraciones, que recibirían
a su regreso de la misión, y las Fuerzas Armadas lo niega y no los retribuye.
Han realizado
protestas para que se les compense por el hito de pertenecer a una
generación de militares dominicanos que participaron en un conflicto bélico en
el extranjero.
Entre los
activistas están Álvarez Bueno, Polanco Medina y Olivo Fernández.
Al respecto, el
general Guerrero Clase asegura que “cuando a un militar se le tiene que pagar
para que vaya a la guerra se convierte en mercenario, ya no es militar”.
“¿Para qué está
el militar? Para ejercer su función. Por ejercer su función no debe pagársele
un incentivo adicional”, dice. Insiste en que quienes exigen reivindicaciones
“quieren hacer ruido para tratar de obtener una ventaja de algo que no se les
prometió”.
Con el decreto
235-16, el presidente Danilo Medina concedió la condecoración Orden al Mérito
Militar a 295 soldados que fueron a Irak. La cifra resultó injusta para los
excluidos. Guerrero Clase la defiende al asegurar que ese grupo cumplía con
unos perfiles a ser reconocidos.
El general
sostiene que los militares que fueron a Irak que están activos en las Fuerzas
Armadas no han presentado secuelas de la guerra, a pesar de que no se tienen
datos precisos sobre el estado sicológico de los veteranos.
El doctor
Liranzo explica que un militar activo puede evaluar si necesita ayuda al
interiorizar en cómo está su nivel de tolerancia y si tiene despertares bruscos
cuando duerme, pesadillas, ira irracional y desbordada angustia de separación.
“Todos
nosotros, de alguna manera estamos atravesados por eso, somos antes y después
de Irak, no somos seres humanos iguales”, concluye.
Trabajo escrito
por la periodista Mariela Mejía.
Publicado en
Diario Libre.
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