En la foto se observa cuando Abel
Martínez y Margarita Cedeño se reunieron en octubre, unos días después de la referida
consulta peledeísta.
Santo Domingo.- Como exaspirante presidencial y miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Margarita Cedeño dejó entrever una crisis de diálogo o falta de canales adecuados para llevar a cabo negociaciones políticas, tanto dentro como fuera de esa organización.
Su insinuación asoma en un artículo
publicado el lunes de la presente semana en el periódico Listín Diario,
titulado “Yo tengo un sueño”, frase lapidaria de Martin Luther King Jr.,
pronunciada en la gran marcha hacia Washington, en agosto de 1963.
“En el pasado hemos tenido un propósito común. Lo construimos mediante el diálogo, en los momentos que enfrentamos graves crisis políticas, electorales, sociales y económicas. Pero en la actualidad, sin temor a una equivocación, parecería que los espacios donde pudiésemos ponernos de acuerdo en torno a un objetivo común, no están funcionando correctamente”, dice Margarita Cedeño en su escrito.
Y concluye así: “Ya nos adentramos en un
periodo preelectoral, y aun los que nos piden el voto no nos hablan sobre cuál
es el futuro que todos soñamos”.
¿Una crítica velada?.- Las palabras de
Margarita Cedeño entreabren una crítica velada a los aspirantes presidenciales,
incluido al de su propio partido, Abel Martínez, quien la derrotó en la
consulta interna efectuada en octubre.
Desde entonces, Margarita Cedeño se ha mostrado equidistante y “fría” con el aspirante peledeísta; su reunión con Abel, unos días después de la consulta, no ha disipado las desavenencias que la siguen jalonando tres meses después.
Doctora Margarita Cedeño
“Yo tengo un sueño”, es el título del citado artículo escrito por la doctora Margarita Cedeño para Listín Diario, desde donde Notiactualidad Global.com lo reproduce a continuación:
Uno de los discursos que más ha resonado en la historia universal es obra de
Martin Luther King el 28 de agosto del 1963, en el marco de una multitudinaria
manifestación por los derechos civiles en los Estados Unidos que reunió a más
de 250 mil personas en el National Mall de Washington, D.C.
El discurso pasaría a la historia por su
frase más icónica, “yo tengo un sueño”, pie de amigo que le permitió a MLK
dibujar un mundo donde hombres y mujeres, sin importar el color de su piel,
pudiesen coexistir de manera armoniosa y como iguales ante la Ley. En una pieza
repleta de retórica en base a alusiones, la palabra hablada se convirtió en una
pieza con un poder permanente que ha superado las barreras culturales para
transformarse en un credo para la defensa de los derechos civiles de los seres
humanos”.
Martin Luther King presentó su visión a la
humanidad a sabiendas de que no viviría para verlo hecho una realidad. Soñó
para sus hijos, para que se hicieran a la idea de que era posible vivir en un
mundo distinto. De hecho, en su propio discurso lo plantea, al decir: “yo tengo
el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no
serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”.
Se inspiró en ellos porque al despedirse
cada mañana cuando se iban a la escuela, no sabía si los volvería a ver al
finalizar el día, como de hecho sucedió cuando fue asesinado el 4 de abril de
aquel inolvidable 1968 que estuvo lleno de tantos hechos inolvidables.
Leer y escuchar esta gran obra discursiva
es un ejemplo del poder transformador y la magia de las palabras, una facultad
que los que están en la política no deben desdeñar. Lo que sale de la boca del
liderazgo político y social de una nación tiene peso, se siembra en el corazón
y en la mente de los ciudadanos y se convierte en acción. Eso es lo que
demuestra el discurso de Martin Luther King y otros más, que en el devenir de
la historia han transformado sus palabras en los cimientos de la sociedad que
hoy conocemos.
La República Dominicana necesita un sueño.
Un credo común que nos haga avanzar como sociedad, como país, como nación. Un
llamado que resuene en todos los oídos con la misma intensidad y compromiso
para que, sin importar los vaivenes de la política, podamos entrar en sintonía
en lo que se refiere al desarrollo del país.
En el pasado hemos tenido un propósito
común. Lo construimos mediante el diálogo, en los momentos que enfrentamos
graves crisis políticas, electorales, sociales y económicas. Pero en la
actualidad, sin temor a una equivocación, parecería que los espacios donde
pudiésemos ponernos de acuerdo en torno a un objetivo común no están
funcionando correctamente.
Ya nos adentramos en un periodo
preelectoral, y aun los que nos piden el voto no nos hablan sobre cuál es
el futuro que todos soñamos.
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