Madrid, España.- Tenía tanto que preguntarle Jordi Évole a María Jesús Montero que no le quedó otra que dedicar dos capítulos a la vicepresidenta primera del Gobierno Español. El primero, para conocerla; el segundo, para convertirlo en un acto de campaña donde Montero interpretó el papel de la política más política que uno pudiera ver.
Un cartel de Harina de fuerza. Tres
monjas en una cocina. Cabello de ángel como relleno de un bizcocho. Masa
quebrada pinchada lentamente. Y al horno. Tal vez, lo de María Jesús Montero con Jordi Évole empiece
así porque el horno no está para bollos. O, tal vez, como metáfora entre el
cabello de ángel y la persona. O, tal vez, no. Y aunque ese inicio era para ver
cómo preparaban unas monjas de Carmona sus famosas tortas inglesas, que se iban
a comer María
Jesús Montero y Évole, todos sabemos
que Jordi
Évole nunca da puntada sin hilo. Lo intentó, como lo
intenta siempre con sus entrevistas, el problema es que las costuras de María Jesús Montero están
cosidas con hilos de hierro.
Tanto tenía que preguntar Jordi Évole a
la vicepresidenta primera del Gobierno Español, ministra de Hacienda,
vicesecretaria del PSOE y candidata socialista por Andalucía -ni el Rey Arturo
acumuló tantos cargos-, que no le quedó otra que dividir Lo de Évole en
dos programas.
El primero, para conocer a la persona;
el segundo, para que la persona convirtiese la entrevista en el acto de una
campaña electoral. ¿Consiguió Évole su objetivo? Responder,
respondió a todo, pero, ¿eran las respuestas que buscaba Évole?
Seguramente, no.
Tenía curiosidad Évole por
saber cómo la mujer que más poder acumula en la política española podía ser tan
desconocida para la sociedad. Y es que María Jesús Montero se
ha cuidado muy mucho de que se sepa lo justo y necesario.
No ha querido, ni quiere, que por estar
ella en la política las monedas de cambio o las balas de las pistolas sean su
vida personal, sus hijas o su intimidad. ¿Lo ha conseguido? Pues si lo que
quería el espectador era conocer a la María Jesús Montero privée
con ver el primer capítulo era más que suficiente. Por contra si lo que buscaba
era ver cómo salía María Jesús Montero de las preguntas sobre Ábalos,
sobre Puigdemont,
sobre Pedro
Sánchez, sobre Andalucía, mejor el capítulo dos.

El
dios de María Jesús Montero.- ¿Alguna coincidencia entre el primero y
el segundo? Sí, el éxtasis, el delirio, la adoración, la pasión -ponga el
adjetivo que quiera- de María Jesús Montero por Pedro Sánchez.
La vicepresidenta primera del Gobierno es también (otro cargo más) la
presidenta del club de fans del presidente del Gobierno, la fan number one,
la groopie de las groopies de Pedro Sánchez.
Para María
Jesús Montero lo que diga y lo que haga Sánchez va
a misa. Es una fe ciega en un Dios, su Dios, que puede ser el del Antiguo
Testamento, cruel, castigador, delirante; o puede ser el del Nuevo Testamento,
un dios en el que todo es amor, que María Jesús Montero le adorará
sea uno o sea otro. Haga lo que haga, para María Jesús Montero, Pedro Sánchez es
lo más.
Tal vez, esa adoración y ferviente
pasión le venga de aquellos tiempos en los que María Jesús Montero encontró
la política en la religión. ¿A que no lo sabía? Pues sí. María Jesús Montero era
una adolescente religiosa y devota que encontró su pasión por la política
gracias a un "cura rojo", Manuel Mañofré. "Él nos educaba en la
justicia social, las dignidades, el compromiso, el sacrificio, el esfuerzo. Y
en esa sensación de que nada será posible si no te comprometes. Me parecía lo más.
Iba a misa todos los domingos. Eran comunidades cristianas que querían
recuperar el espíritu de las primeras comunidades", explicó Montero.
"Éramos cristianos, de izquierdas y hippies".
Ahora sólo va a misa cuando se lo
requieren, pero en aquellos tiempos, Montero era una fie
devota que adoraba irse de convivencias, estar con los jóvenes y vivir bajo el manto
protector de Dios. De hecho, se casó por la iglesia, aunque su marido (ahora ex
marido y mejor amigo) no era creyente, y cantó al final de la ceremonia
"el pueblo unido, jamás será vencido", adaptado por ella misma como
canto religioso. ¿A qué tampoco lo sabía?
Ante esto, a Évole no
le quedaba más que preguntar si cree en Dios. María Jesús Montero cree
en Dios. La pregunta es en qué Dios, en el que le enseñó Mañofré o en el que le
ha enseñado Pedro Sánchez. Pues es que para Montero, Dios es algo
espiritual, es "dedicar tiempo a pensar, lo que se hace mal, lo que se
puede mejorar". Lo que antes se llamaba el recogimiento. Évole le
dio la oportunidad de hacerlo. Aviso, María Jesús Montero no
la aprovechó. Es tan, tan, tan, tan creyente en el socialismo y en el Gobierno
de Pedro
Sánchez que por él se convertiría -y, tal vez, se haya
convertido en su Juana de Arco. Si hace falta acabar en la hoguera, pues que la
vayan preparando.
Por eso cuando Jordi Évole le
pidió que hiciera un ranking del 1 al 5 de los presidentes de España, siendo el
1 el mejor y el 5, el peor, María Jesús Montero sólo tuvo
claro el primero y el último. Ésta sí que se la saben. En el número uno, Pedro Sánchez;
en el cinco, José María Aznar; y entre medias, sin tenerlo muy claro Felipe González, Rodríguez Zapatero y
por descarte, el cuatro, para Mariano Rajoy. Y dirán, ¿Felipe González con
la que les está liando? Pues es que tiene tan claro de que teclas debe tocar y
cuáles no para provocar problemas en el PSOE que a Felipe González le
da una de cal y otra de arena, pero con cuidadito, no se vaya a revolver.
"Respeto que cada
uno opine lo que quiera opinar, pero a veces me da pena, porque creo que este
gobierno merece apoyo y confianza". En realidad lo que cree es que Pedro Sánchez merece
devoción absoluta.
Y entonces llegó el
momento de las preguntas incómodas, de esas en las que el entrevistador, es
decir, Jordi
Évole, pone en un brete -o lo intenta- al entrevistado, es decir,
a María
Jesús Montero. Pues ni la insistencia, ni las preguntas en sí,
ni nada de nada pudieron con el fervor de la vicepresidenta. Porque para ella,
todo lo que hace Pedro Sánchez es perfecto y, por ende, todo lo
que hace el Gobierno, también. La clave, lo dijo ella misma, para hacer las
cosas hay que creer en ellas, y para que los demás las atiendan hay que
explicarlas, pues "nosotros tenemos un porqué para explicar una amnistía,
la ley de inmigración", la reforma fiscal, la quita de la deuda... Montero
se lo cree como el que se cree que Dios creó a Adán y Eva.
María Jesús Montero por Pedro Sánchez
MA-TA
De hecho, tiene claro que aplicaría la
ley de amnistía inmediatamente a Carles Puigdemont para que
vuelva a España y "se cierre este capítulo que no se va a cerrar hasta que
el señor Puigdemont no vuelva". Defiende la quita de la
deuda "porque beneficia a todos", pero como "lo propusieron los
nacionalistas se descarta sin ver que es bueno para todos"; defiende la
ley de inmigración porque "el acuerdo al que hemos llegado es un acuerdo
razonable y equilibrado que ahonda en algo que llevamos trabajando desde el
principio que es el autogobierno"; defiende todo y no hay hueco en su
armadura por el que colarse. Y, además, sabe venderlo a la perfección porque
cuando alguien está convencido de algo hasta lo que no es, se lo cree.
Cuando Jordi Évole
le preguntó por los cinco días de reflexión que se tomó Pedro Sánchez y
por la carta que envió, María Jesús Montero, por ejemplo,
cerró filas. Es que ella es de "lealtades", tanto que cuando Susana
Díaz peleó con Sánchez por la dirección del partido, ella era susanista, pero
cuando perdió y Pedro Sánchez la llamó para formar parte del
Gobierno, se fue y lo dejó todo. Ahora, de los sanchistas ella es la más
sanchista.
"No hubo comunicación
informal", aseguró sobre las cinco jornadas de reflexión del presidente.
"Me enteré como el resto de los españoles. Me quedé preocupada, pero pensé
'cómo tiene que estar para haber solicitado tiempo muerto'. Necesitaba
recogerse un poco y ver si tenía fuerzas para hacer frente a lo que le venía
encima que eran ataques directos a su hermano, a su mujer. No me escribí con
él. El presidente si hubiera querido hablar conmigo lo hubiera hecho. Siempre
estamos a su absoluta disposición".
¿Alguien de verdad se cree que un
presidente del Gobierno anuncia cinco días de recogimiento para pensar si va a
continuar y que no va a llamar a su número dos, a la mujer a la que más poder
ha dado en el Gobierno y en el partido? Pues, según ella, no hubo llamada ni
comunicación, pero dice que tampoco preocupación. Apaga y vámonos. Porque
"hay muchos nombres en el PSOE para tomar el relevo", pero Pedro Sánchez es
"imprescindible". No hay nada peor que creerse imprescindible. Porque
para Montero,
Sánchez es "decidido, valiente". Y si tiene algún defecto, que lo
duda, es que es "exigente". Esto es como cuando vas a una entrevista
de trabajo y te preguntan por tus defectos, siempre hay que decir defectos en
positivo, nunca negativo. Pues eso.
Para Jordi Évole,
después de reflexionar y hacer introspección, aquellos cinco días fueron un
poco "frikies". "Pues yo lo veo más como el acto de honestidad
política en etapa contemporánea más importante que se ha producido. No me
parece nada friki. Me parece auténtico. No lo vamos a volver a vivir en España
ni en Europa". Palabra de Dios, te alabamos Señor. Amén.
Está tan convencida de que lo que está
haciendo el Gobierno de España es lo mejor, que cuando Évole le preguntó por si
cree que determinadas decisiones le pueden pasar facturar, sobre todo ahora que
es candidata socialista por Andalucia, ella contesta claramente que no porque
"creo que lo importante es estar convencido de lo que uno hace y
explicarlo con todas sus consecuencias", las que sean, pero sin desfallecer,
sin asumir la crítica, sin hacer autocrítica. Anoche pudo hacerla muchas veces,
pero no, el que está convencido arrampla con todo. Y María Jesús Montero por Pedro Sánchez MA-TA.
Fuente: Periódico El
Mundo, Madrid, España.
0 Comentarios
Deje su comentario
Emoji