Por Vianelo Perdomo
Redacción internacional.- Bandas armadas perpetraron un feroz ataque durante el fin de semana en la región central de Haití —principalmente en el departamento Artibonite—, disparando y quemando casas en localidades como Pont-Sondé y Bercy, y obligando a centenares de familias a huir en la oscuridad.
La policía, desbordada ante la escala del ataque, solicitó refuerzos de emergencia. Informaron que aproximadamente el 50 % del territorio de Artibonite pasó a estar bajo el control de las pandillas.
Según un funcionario local de Pont-Sondé, al menos una decena de personas murieron —entre ellas una madre con su hijo y un empleado del gobierno— y los agresores siguen en la zona, con presencia policial insuficiente.
Los sobrevivientes huyeron hacia la ciudad costera de Saint-Marc, donde muchos protestaron airadamente exigiendo al gobierno que actúe. Algunos manifestaron su disposición a tomar las armas si las autoridades no garantizan su protección.
Según un informe reciente de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), entre octubre de 2024 y junio de 2025 hubo al menos 1,018 asesinatos, 213 heridos y 620 secuestrados en Artibonite y otras zonas fuera de la capital, un salto alarmante en comparación con años anteriores.
La violencia producida por bandas como Gran Grif ha transformado regiones tradicionalmente agrícolas del país —como Artibonite— en escenarios de terror, desplazamiento masivo y crisis humanitaria.
El colapso de la seguridad
Así, la declaración del sindicato policial SPNH-17 —sobre la pérdida de Ouest y Artibonite como “el mayor fracaso de seguridad en la historia moderna de Haití” — refleja la gravedad de la crisis que hoy golpea al país.
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