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OPINIÓN. Entre la pretensión y la obsesión


En la foto de archivo, el periodista dominicano, radicado en Nueva York, Fernando de León, cuando fue asaltado en el Alto Manhattan, en febrero de 2022.

Por Alfonso Tejada

Nueva York.- Fernando de León es un periodista de los de antes, de aquellos que en los años ‘80s comenzaron en esos afanes que a muchos entusiasmaron cuando todavía las utopías encandilaban y guiaban el accionar que tenía como aspiración “tocar el cielo con las manos”, propósito inalcanzable pero que algunos creen lo contrario y ostentan como herencia una actitud con la cual se creen dadores de indulgencias pero reclamantes intransigentes de potestades “adeudadas”.

Como muchos colegas de oficio, De León solicitó que el Colegio Dominicano de Periodistas lo incluya y le consiga una pensión de las que facilita el Estado dominicano a través de los últimos gobiernos. Esa ha sido una práctica de largo tiempo en la que se han involucrado diferentes directivas de la entidad profesional para suplir así su irresponsabilidad de proveer de esa conquista a sus miembros, tal como lo establece la ley 10-91.

Sin reparar en las consecuencias éticas de esa actitud, los dirigentes últimos del CDP y del Instituto de Protección y Previsión del Periodista- organismo establecido para la asistencia social de los periodistas dominicanos-, han convertido a ambas en una plataforma para mendigar favores, con los que se lucran y usan como señuelos para lograr votos y bienestar particular que les han garantizados permanencia al frente de esa entidad.

Resulta que después de una tediosa lucha, De León fue favorecido el pasado año con una de esa pensiones, pero ahí comenzó un más grave trajinar, pues por esas situaciones, resultado de la improvisación y desparpajo institucional, él -junto a otro grupo- fue beneficiado con 30 mil pesos mensuales al colocarlo en una categoría de “reporteros gráficos” y no en la de periodista, a los que asignaron 40 mil pesos mensuales.

El caso es que desde entonces, Fernando de León mantiene una lucha para que le igualen el monto de la pensión, lucha en la que ha escrito, cuando menos, siete artículos “ reivindicando” sus diez mil pesos que les faltan, y para lo cual no ha reparado en nada más que eso y por eso se ha sentido con el derecho a descalificar a todos, comenzando por el presidente Abinader -autor del decreto favorecedor-, a quien condiciona su honestidad si le suben a 40 mil pesos mensuales la pensión, y al director de Pensiones, Juan Rosa, de quién escribió “ se la cogió con él” por una “ discusión” que tuvieron aquí en Nueva York, cuando emplazó al funcionario por “sus faltantes “ 10 mil pesos mensuales.

La mayoría de los pensionados vía el CDP ( me arriesgo a decir que el 98 por ciento) en Nueva York, aparte de que ha conseguido las mismas sin los méritos legítimos, y a través de procedimientos cuestionables, en un “ toma y daca” cómplice, el dinero con que lo gratifican tiene un destino muy alejado del espíritu y propósito para el que se otorga, que es para una ayuda de sobrevivencia en la etapa final de los pensionados necesitados, por eso no es ningún “ derecho” de esos periodistas beneficiados por los gobiernos, y si es una dádiva.

En su último artículo, que titula “Los proscritos” el demandante, en el párrafo seis hace una referencia de mí, por una acotación que de manera discreta le hice por lo que entiendo es un desgaste de su impronta, y que él responde ahora con esta perla:
“A todo lo expuesto, se suma el que haya colegas que, con asomo de pusilanimidad, cuestionan el que seamos incisivos; incluso, nos dicen que no debemos victimarnos. Y eso lo dicen quienes suponíamos solidarios, que todavía se precian de izquierdistas.”

Creo que el término “pusilánime”, al referirse a mi, es incorrecto, pues le dije lo que entiendo de “su lucha reivindicativa”, solo que lo hice con discreción porque creí que él podía evaluarse. Pero él, que en su obsesión ha roto todo freno inhibitorio, califica de “incisivo” una penosa súplica, que sustenta en una actitud de origen social que no le ha permitido superarla, por eso le advertí que se “victimiza”.

De León cuestiona mi solidaridad con su petición, que, -insisto- no es una reivindicación, y aunque el presidente tiene la potestad legal de emitir decretos, esas pensiones- que no es solo a periodistas- es una dádiva ilegítima, pues los montos asignados son insultantes por ostentosos si los comparamos con los que los por ley les otorgan, por ejemplo, a los cañeros: unos miserables cinco mil pesos que no les alcanzan ni para comprar arenque y batata, dieta de esos trabajadores que una versión cultural les estableció en épocas pasadas, cuando esos alimentos eran de los más baratos.

En mis años de juventud, cuando también creí que tocaría el cielo con las manos, en los pasillos de Humanidades, en la UASD, oía en las profusas y permanentes discusiones, una cita del “librito rojo de Mao” que recomendaba “ luchar con ventaja, con razón y sin sobrepasarse”, lección de esos tiempos donde la izquierda alimentaba utopías, esa izquierda que aún tiene en la solidaridad uno de sus más preciados y dispuesto valores.Yo, todavía creo en la Solidaridad!... 

El autor, Alfonso Tejada, es periodista dominicano residente en Nueva York, eterno soñador por una mejor República Dominicana, lo que promueve desde los tiempos de las utopías.

Las relaciones (hoy en pausa por el tiempo y la distancia) entre el director de Notiactualidad Global.com, Vianelo Perdomo, con ambos periodistas (Fernando de León y mi primo político Fonchy Tejada), es legítima, perenne e irrenunciable. Como gesto de solidaridad y denuncia, este artículo fue tomado del periódico digital “Espacio de Prensa”.

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