Santo Domingo.- Los candidatos de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Abel Martínez, del Revolucionario Dominicano (PRD), Miguel Vargas y de Fuerza del Pueblo (FP), Leonel Fernández, que conforman la alianza opositora “RescateRD” pidieron a la OEA una “urgente” presencia en el país para que sea garante de las elecciones del 19 de mayo.
Alegan que “en adición al uso y abuso de
los recursos públicos, hay otro aspecto de singular importancia, y es la
presencia en el certamen electoral de recursos supuestamente ilícitos, tanto de origen
estatal como los presuntamente provenientes del narcotráfico”.
En un documento al que Notiactualidad Global tuvo
acceso, firmado por los tres líderes de la RescateRD, y que fue entregado
en la OEA por la comisión de esa alianza, cuyo vocero fue Miguel
Vargas, advierten de un supuesto peligro que limitaría el derecho ciudadano de
elegir y ser elegido. La comisión fue recibida en Washington por Cristóbal
Fernández.
“Advertimos que está en curso en nuestro
país un peligroso proceso de restricción y limitación de los derechos
ciudadanos consagrados y protegidos en el Sistema Interamericano, como lo
son el derecho a elegir y ser elegido, y los principios de equidad,
transparencia e igualdad, que deben ser consustancial de todo régimen democrático”
expresan los líderes de RescatedRD en el documento.
Además del retraso del Gobierno en la
entrega del completivo de los recursos para el presente proceso
electoral, los líderes opositores también deploraron la “compra” de cédula en
las elecciones de febrero pasado y dirigentes, alcaldes, regidores, diputados y
senadores de los partidos de oposición, otorgándoles privilegios para que pasen
a las filas del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
A CONTINUACIÓN REPRODUCIMOS EL
TEXTO ÍNTEGRO DE LA COMUNICACIÓN:
Accedemos a Usted, en su condición de
Secretario General de la Organización de Estados Americanos, en nombre y
representación de los partidos políticos: Partido de la Liberación Dominicana
(PLD), Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Fuerza del Pueblo (FP), que a
su vez integran la Alianza Opositora Rescate RD, que aglutina a los
partidos políticos, que en nuestro país constituyen las organizaciones
políticas más representativas, en término cuantitativo de la oposición, en el
sistema electoral dominicano.
El propósito de nuestra visita es
apoderarlos, como entidad representativa de la democracia interamericana,
de la dirección que le ha impregnado el actual gobierno al proceso de elección
de autoridades en curso en nuestro país, por entender que en el mismo se han
producido hechos y situaciones preocupantes, que riñen con el compromiso
democrático del Estado dominicano, y la Carta de Derechos de la cual
somos signatarios y de las organizaciones políticas exponentes.
En efecto, lo hacemos porque advertimos que
está en curso en nuestro país un peligroso proceso de restricción y limitación
de los derechos ciudadanos consagrados y protegidos en el Sistema
Interamericano, como lo son el derecho a elegir y ser elegido, y los principios
de equidad, transparencia e igualdad, que deben ser consustancial de todo
régimen democrático. El propósito de las actuaciones del partido de gobierno es
lograr continuar en la dirección del Estado a cualquier precio, pero en un
sistema diferente y un modelo sofisticado de partido hegemónico en la República
Dominicana, mediante la utilización de prácticas no democráticas que le
permitan al actual gobernante la toma de todas las instituciones estatales, y
su concentración en un solo partido.
Mediante estas prácticas se busca
restringir derechos fundamentales, como el de elegir y ser elegido, las
cuales ya se manifestaron mediante acciones dirigidas desde el Estado para la
compra de la voluntad de los electores, mediante la entrega de dádivas, el
uso de los recursos públicos, y la puesta a disposición del partido de gobierno
de toda la estructura estatal.
Un ejemplo muy evidente de esta
afirmación, lo constituyó el hecho de que los partidos de oposición nos vimos
compelidos a acudir a la instancia judicial, para que obligara al Presidente de
la República, que a su vez es candidato presidencial, a entregar los fondos que
para la financiación de la política prevé la Ley 20-23 del Régimen Electoral,
en su artículo 224, y que el gobierno desde un principio se negaba a entregar.
Aunque esta solicitud fue rechazada por el
Poder Judicial, sin ninguna explicación jurídicamente justificable, pocos días
después, y acosado el Presidente de la República por la protesta de la
oposición y el reclamo de una parte de los medios de comunicación, el presidente
del Partido Revolucionario Moderno (PRM) anunció que ellos estarían dispuestos
a entregar los recursos de la financiación de la política, “para complacer la
solicitud de la oposición”.
Es evidente que la negativa a la entrega
de los fondos era una táctica del Ejecutivo para competir en ventaja respecto
de las fuerzas políticas opositoras, y para ello no tuvo el cuidado de
proteger la necesaria independencia del Poder Judicial, sobre todo en este
proceso electoral.
Tenemos una basta documentación, que
permite comprobar que desde antes del inicio del proceso electoral, el partido
oficial puso en ejecución su plan para socavar las bases de la democracia
dominicana, utilizando el presupuesto nacional del gobierno para la compra
masiva de dirigentes, alcaldes, regidores, diputados y senadores de los
partidos de oposición, atrayéndolos a las filas del oficialismo a través de
asignaciones presupuestarias extraordinarias a las alcaldías envueltas en la
operación, el otorgamiento mediante decreto presidencial de pensiones
privilegiadas a dirigentes opositores que nunca han laborado en el Estado, e
incluso algunos que ni siquiera residen en el país, a sus allegados más cercanos
y en otros casos, empleando instrumentos provenientes del sector financiero
estatal.
Nuestro país tuvo el privilegio de contar
con el concurso de la OEA, para la aprobación de la normativa electoral,
que fue ampliamente consensuada y que contiene una serie de disposiciones cuya
implementación están dirigidas a garantizar que el derecho de elegir y ser
elegido, esté rodeado de los mayores niveles de transparencia, equidad,
igualdad y que imperen los principios de libertad, secretía y la objetividad en
las elecciones, tal como se contempla en nuestra Constitución.
Estos derechos y principios fueron
brutalmente limitados en la jornada electoral de febrero y conforme a los
planes del partido gobernante, ya han iniciado acciones con este mismo
propósito para las elecciones presidenciales y Congresuales, y se intensifican
en la medida en que se acercan los comicios.
Estas maniobras se invisibilizan por el
escandaloso gasto en publicidad gubernamental, convirtiendo la inversión
publicitaria oficial en un vulgar instrumento de propaganda reeleccionista, y
en un peligroso mecanismo de censura y restricción al principio universal de la
libertad de expresión.
En la Ley del Régimen Electoral,
consensuada con la OEA, se dispusieron medidas tales como: La limitación de la
celebración y uso de actos por parte de las entidades estatales, como escenario
de promoción de candidatos; la ampliación de los programas de asistencia social
más allá de la cobertura ejecutada en el ejercicio presupuestal del año
precedente; la prohibición de ampliar los beneficiarios y los montos asignados
a esos programas, en el año electoral; la prohibición del uso de las áreas,
espacios y equipos pertenecientes a instituciones estatales; la realización de
inauguraciones de obras del gobierno central, las alcaldías y la extensión de
todas estas medidas a toda la Administración Pública central, las autónomas y
las descentralizadas.
En la misma normativa también, se prohibió
el uso de la imagen, fotos oficiales de los candidatos, slogans o lemas oficiales
en campaña. Todas y cada una de estas disposiciones están siendo violadas por
el gobierno, sin que nadie pueda intervenir para hacer cesar esta práctica
ilegal; en todos los niveles de elección.
Un ejemplo de las prácticas establecidas
anteriormente, lo fue la utilización artera de los programas
sociales del gobierno más allá de lo habitual, para torcer la
voluntad popular, llegando al extremo de utilizar en el mes de febrero los
bonos navideños y, además, distribuir ayudas económicas para el próximo año
escolar que inicia en agosto, así como la creación en varios ministerios y Direcciones
Generales de bonos de ayuda social para ser distribuidos en el periodo
electoral.
En un hecho sin precedente en la historia
electoral de toda Latinoamérica, el partido oficialista ha hecho la mayor
subasta pública y ejecutado la compra descarada, incluso de candidatos
inscritos en lugares en donde el candidato de gobierno carecía de posibilidades
para ganar el certamen electoral, haciendo uso de los recursos que dispone del
Estado; en algunos casos hasta 24 horas antes de las elecciones municipales; y
en otros hasta 24 horas después de vencido el plazo para inscribir candidatos,
para de esa manera provocar que la oposición deje la boleta vacía o improvise
una nueva candidatura.
El 18 de febrero de 2024, mientras los
partidos de oposición jugábamos limpio apostando por la libre expresión de la
voluntad de la gente, el oficialismo desplegó una operación espuria de compra
masiva de votos, haciendo uso de dinero público, para doblegar voluntades e
inducir una abstención electoral récord, que en las grandes demarcaciones
sobrepasó el 60%, y en las pequeñas sin embargo, apenas rondó hasta el 5% o
menos.
En las elecciones de febrero, las
fuerzas del gobierno ocuparon los centros de votación, con la complicidad de la
Policía Militar Electoral, fueron dueños del escenario electoral, le informamos
que la oposición, en esta ocasión, no va a permitir que ese escenario se vuelva
a producir, razón por la cual, por la paz y la tranquilidad en el proceso
electoral, requerimos prestar especial interés a esta situación, que por demás
ustedes mismos hicieron constar en su informe de observación de las elecciones
municipales.
La descarada ofensiva gubernamental para
adulterar la voluntad popular y castrar la libertad de los votantes
fue puesta en evidencia por el propio Informe de la OEA acerca de la
observación electoral en las elecciones municipales del 18 de febrero en el que
expresó lo siguiente: “Las y los observadores de la OEA constataron compra de
votos por parte de fuerzas políticas y, en algunos recintos, situaciones que
rozaron el asedio a los votantes.”
Esta penosa situación creó inquietud en
toda la población, al quedar en evidencia que el presidente de la República, al
elaborar la Ley de Presupuesto y Gasto Público, recortó a la mitad la
contribución estatal a los partidos reconocida por la ley 20-23 sobre el
Régimen Electoral, la cual establece la asignación de un 0.5% de los ingresos
fiscales del año electoral, al no incluirlo al momento de remitir el Proyecto
de Ley de Presupuesto al Congreso de la República, de igual manera, aun
disponiendo de la observación presidencial que dispone la Constitución cuando
se trata de un error o inobservancia en la aprobación del Presupuesto por parte
del Congreso Nacional, tampoco lo hizo, para después pretender negarla entrega
de los recursos dispuestos por la Ley; en adición, finalmente en febrero hizo
una entrega de recursos conforme a la conveniencia electoral de su partido,
para asfixiar económicamente a la oposición.
Es importante destacar que la financiación
de la política contemplada en la Ley del Régimen Electoral, fue uno de los
reclamos que históricamente hizo el fallecido líder del Partido Revolucionario
Dominicano, Dr. José Francisco Peña Gómez. Sin embargo, acudiendo a
subterfugios y tecnicismos legales para vulnerar esos derechos, el gobierno
pretendía incumplir esta ley para afectar el desempeño electoral de la
oposición en su propio provecho; y vulnerando todo el ordenamiento estatal,
utiliza al presidente del partido oficialista, que no es funcionario público,
para anunciar que hará el desembolso de los recursos financieros a los partidos
políticos. Está por verse si en esta ocasión, al igual que en febrero, los
mismos serán entregados a los partidos 72 horas antes de los comicios, en un
hecho sin precedentes en la historia democrática dominicana.
Desde el año 2008 hasta el presente, el
0.5% con fines electorales, siempre fue entregado tres meses antes. Es la
primera vez que es objeto de negativa o discusión.
En adición al uso y abuso de los recursos
públicos, hay otro aspecto de singular importancia, y es la presencia en el
certamen electoral de recursos ilícitos, tanto de origen estatal como los
provenientes del narcotráfico. En efecto, la semana pasada un tribunal de los
Estados Unidos de América, acaba de condenar a un diputado electo en la boleta
del Partido Revolucionario Moderno, por el delito del tráfico ilícito de drogas
hacia los Estados Unidos. Dicho ciudadano, que admitió su culpa, en
informaciones servidas por él mismo en redes sociales, hizo saber que en las
elecciones del 2020, que resultó electo, él financió la campaña electoral del
partido de gobierno en la provincia de Santiago de los Caballeros y en todo el
Cibao. En este caso no se trata de una simple denuncia, sino de la admisión y
la emisión de una sentencia de un tribunal de los Estados Unidos de América. En
cualquier país medianamente democrático este hecho tendría consecuencias.
Como si esto fuera poco, hay más candidatos,
incluso de funcionarios estatales, que actualmente están siendo investigados
por esta misma razón. Esto coloca a la oposición en una muy difícil situación,
ya que debe enfrentar no solo el uso de los recursos públicos, sino también el
impacto que tiene la presencia en el oficialismo de una cantidad tan exagerada
de personas condenadas, acusadas o imputadas por el propio Ministerio Público
designado en esta gestión, de ser parte del mundo del narcotráfico, con todas
las implicaciones que ello genera para el sistema político y para la democracia
dominicana.
Precisamente, este panorama es que ha
movido a los partidos de oposición en su conjunto, a requerir de la Junta
Central Electoral un papel más activo en garantizar los principios de igualdad
y equidad, hasta ahora ausentes en todo el proceso electoral, los cuales están
consignados en la Constitución de la República, y todo la jurisprudencia
electoral interamericana; a tal efecto, depositamos en esta institución un
Pliego de Garantías Electorales, con el fin de dotar al proceso de la
diafanidad y la transparencia imprescindibles para que la voluntad del elector
sea respetada y que el resultado electoral sea su reflejo fiel.
El Pliego de Garantías Electorales que
solicitamos a la JCE, en su calidad de rector del proceso, ha sido adjuntado a
la presente comunicación con la aspiración de que la OEA sirva como garante de
su cumplimiento fidedigno de cara a las elecciones presidenciales y
congresuales del próximo 19 de mayo, y de que en el proceso de mayo, desde el
inicio hasta la emisión del resultado final, el mismo se realice en el marco de
integridad que requiere una elección en un país que voluntariamente ha accedido
a participar en el sistema democrático interamericano.
Nuestras organizaciones políticas, en
ejercicio de sus convicciones democráticas y la fe en las instituciones, han
acudido a cada una de las instancias y recursos que ponen la Constitución y las
leyes a nuestra disposición para hacer valer cada uno de los derechos
vulnerados antes, durante y después de este proceso electoral. Agotados estos
recursos solicitamos a la Organización de Estados Americanos una urgente y
pronta presencia en nuestro país para que, en el marco de su Carta Democrática,
se constituya en un garante eficaz de la corrección de estos entuertos que
lesionan nuestra institucionalidad.
Apreciaremos que adicionalmente la OEA
juegue un rol más activo en la observación electoral, y logre conformar una
gran misión de observación electoral, para evitar que el robo de las elecciones
mediante el uso de los recursos del Estado y el dinero en el mes de febrero, no
se vuelta a repetir en el mes de mayo, en las Presidenciales y Congresuales.
Junto a la presente comunicación anexamos los documentos que sustentan estas
peticiones.
Finalmente, reiteramos nuestra disposición
de contribuir a que la contienda electoral en marcha concluya en paz, avalada
por una competencia equilibrada, reglas claras, una voluntad popular expresada
en las urnas de forma libérrima sin el uso de ningún recurso que la limite,
obstaculice o adultere, por el bien de la democracia dominicana y de su
estabilidad económica, política y social.
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