Monte Plata.- Con siete años de edad, a Elián Peña Rossó lo ofrecían para concentrarlo en academias y antes de cumplir los 11 su talento convenció al entrenador Javier Rodríguez de reclutarlo en su campamento, La Alianza, en Monte Plata, para pulir a un diamante en bruto que ya a los 12 años (2020) los Mets de Nueva York lo "amarraron" por cinco millones de dólares.
Allí se confirmaría lo que Rodríguez
vislumbró cuando persuadió a los padres de que se lo cedan. "Le dije a mi
esposa, que me acompañó al viaje, que la madre del niño podía coger lo que
quisiera fiao porque ese niño iba a valer millones".
El próximo miércoles, Peña proyecta
rubricar el bono más alto entre la clase de talentos dominicanos a firmar este
año por los clubes de la MLB. Se trata de un torpedero con alta valoración en las
cinco herramientas, que batea a la zurda y que en la escala 80-20 los escuchas
le asignan 60, empatado en el primer lugar entre las más altas de su clase.
Peña, quien permaneció concentrado en la
academia durante las festividades de Navidad y Año Nuevo para evitar
distracciones en su municipio natal, hizo un aparte para hablar con Diario
Libre y contar su travesía.
Con una madurez inusual a su edad y con
la posibilidad de que su preacuerdo con los Mets sea
anulado si el equipo firma al japonés Roki Sasaki, Peña trata de evitar las distracciones con el
dinero y se muestra confiado de que si no es con los de Queens cualquier otro
equipo lo reclutaría por un alto bono.
"Mis decisiones (con el dinero) las
tomaría después de un primer año. Son demasiados peloteros que se han
desenfocado, la meta mía es que, si voy a comprar un vehículo para mí, porque
un vehículo de mi mamá es de mi mamá, pero para mí tengo una meta. Me propuse
que si voy a comprar un vehículo tengo que jugar mi primer año, si me va bien
(en el terreno). Con Dios, tengo la confianza, si no me va bien, no compro el
vehículo", dice Peña.
En el plato, la habilidad para
identificar los pitcheos es el talento que saca mayor valoración en todo su
arsenal. Con solo 15 años, fue cedido para jugar en la liga invernal de
Nicaragua, otra muestra de cuán acabado está. MLB Pipeline lo coloca como el
talento número tres, solo detrás de Sasaki y de Josuar de Jesús González.
Nacido en Villarpando, Azua, del
matrimonio entre Elisandro Peña (comerciante) y Nelly Rosso (ama de casa), es
el más joven de tres hijos. Si bien comenzó a jugar a los siete años, antes de
cumplir los 10 ya jugaba hasta con niños de 15.
Convencer a la madre de dejarlo irse a
la concentración, a 220 kilómetros de distancia y con visitas que demoraban
hasta tres meses, fue la tarea más difícil, pero el niño entendió temprano que
alcanzar su objetivo tenía un alto precio, uno que lo entendió más cuando vio a
su progenitora tener que tomar un trabajo como empleada doméstica.
Los últimos cinco años, dar forma a las
herramientas en bruto que dispone y prepararse para el siguiente nivel ha sido
su obsesión, una a la que su entrenador asegura hay que ponerle freno, porque
parece una máquina.
"Para tú poder mantenerte siempre
en el hilo, en el trabajo y enfocado, solo hay que alejarte de las redes; el
teléfono es algo que te saca de concentración, en esos momentos, cuando tú
estás enfocado en lo que tú quieres y tu objetivo, las redes, el teléfono y
eso", dice Peña. "La misma comunicación con tu familia, tus padres a
veces te cuentan problemas, a veces tú te llevas esos problemas a la mente, y
eso a veces te causa problemas en el terreno, mantenerse alejado de las redes,
del teléfono yo creo que es lo mejor para poder mantenerse enfocado".
Fuentes: Entrevista periodística a Elián Peña Rossó, MLB Pipeline y archivos periodísticos.
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