Colaboración
de Carlos Moreta
Jimaní.-
Malpasse es
tierra de nadie, una zona ruidosa donde funciona el mercado binacional en la frontera
de Jimaní, los siete días de la semana.
Allí no interfieren las medidas migratorias adoptadas en República Dominicana: los haitianos compran y regresan. A veces con nada en las manos.
Los comentarios de
negociantes indican una disminución en las ventas debido a la carestía de
los productos, incentivando un constante estado de suspenso que se detiene con
las ferias (lunes y jueves).
Así lo expresa Jorge Araujo, un
almacenista que paga transporte en fletes de RD$30,000 cuando se trata de
movilizar en un camión desde Santo Domingo, costos adicionales a la mercancía.
En su caso: arroz, azúcar, espaguetis, salsa y sal.
“En la semana uno se sienta ahí (señalando
a su emprendimiento), para venir, para no quedarse en su casa”, dice. “Los
haitianos siempre vienen a hacer precios; no compran, se van”, añade.
En un espejo en el que se visualiza cada
vendedor consultado, como es la situación de Holita, una haitiana con una
paletera y cuyo nombre está escrito según su pronunciamiento.
“Yo no vendo mucho, vendo un chin…”,
comunica con sus dificultades para el español.
Ella cruza la puerta fronteriza cada
mañana, conociendo que “no hay cuarto, no hay comida, no hay nada”, en medio de
sus responsabilidades como madre de cuatro hijos que siguen en Haití.
Asedio
de bandas.- Cada
uno de sus artículos los mantiene en suelo dominicano, ante el miedo de sufrir
una requisa por las bandas criminales que controlan el lado oeste de
La Española.
Las organizaciones, que ya fueron
una piedra de tropiezo en el desarrollo del mercado, provocaron cierres luego
de tener custodiado un pueblo cercano a la zona comercial.
Los negociantes haitianos tuvieron
que mudarse de territorio, lo cual, en palabras de una puestera de chucherías,
impulsó a que “se tuvieron que mudar hacia otro pueblo y está fluyendo un poco
la venta”.
Sin embargo, la sombra del crimen se
mantiene. Y es que, además de inspecciones que realizan las autoridades
aduanales en el traslado de productos adquiridos en Malpasse, a los
gangeros les tenían que “pagar un impuesto al pasar”.
Lo corrobora Julio Clidis Alberto Pérez,
presidente de la Fundación Centro de Desarrollo Flor del Sol, quien manifiesta
que “no se está viendo ningún tipo de irregularidades, algunos conflictos que
se han dado con las comunidades haitianas se han ido resolviendo…”.
Las mismas circunstancias que mantienen
la frontera dominico-haitiana cerrada y los intercambios limitados a
los mercados binacionales, como recuerda: “aquí lo único que está fluyendo es
el chin del mercado, no es que la frontera está abierta, la frontera está
tapada por orden del presidente (Luis Abinader)”.

Acceso
a territorio.- Esto
motiva limitaciones de acceso. Cuando un camionero haitiano busca
intercambiar con los negociantes dominicanos, debe presentar la
licencia de conducir a los puestos militares para que levanten una cuerda
posterior a la puerta fronteriza.
Se les prohíbe conducir más allá de los
límites de un chequeo ubicado luego de la plaza comercial. Y,
sin importar la coyuntura, fotografían las placas de los vehículos.
Mientras quienes llevan equipaje y
cruzan de pies, con la intención de dirigirse a Santo Domingo, necesitan
mostrar documentación a agentes migratorios.
Este pasaporte es verificado
en un sistema computarizado, que identifica posibilidades de alertas y que
el papeleo esté en orden. Para eso es normal que los oficiales tengan cierto
dominio del creole.
Así les revisan las pertenencias, en un
proceso a mano –que se presta a malos entendidos– ante la falta de equipos
tecnológicos como los rayos equis.
¿Qué
se vende?.- Los productos
comercializados son los dirigidos desde República Dominicana hacia Haití,
ya sean de la industria nacional o exportaciones para las que se utilice como
puente. En lo opuesto, las autoridades impiden el ingreso de determinados
artículos para evitar enfermedades, de acuerdo con Alberto Pérez.
“El gobierno tiene prohibido traer productos
de Haití hacia acá por algunas cosas que se están presentando, como
enfermedades. Salud Pública está celoso con eso, no quiere enfermedades de
aquí”, afirma.
Para beneficios de Haití, los artículos
que compran en el mercado binacional de Malpasse suelen relacionarse, en
su mayoría, con químicos y comestibles. Los negociantes coinciden que les gusta
la harina, además de pastas y salsas.
En momentos en que este diario realizó
un recorrido, la visual es de un comercio desordenado y poco
regulado. Personas con cajas en la cabeza, sacos tirados al hombro y niños
pedigüeños.
No obstante, representantes de
vendedores como Alberto Pérez comunican que “los haitianos han estado
entusiasmados y han estado viniendo al mercado todos los días, especialmente
los lunes y los jueves, que son los días de feria, de plaza, es cuando más
haitianos hay aquí”.
Intercambio
binacional.- Haití continúa
posicionado como un destino fundamental en las exportaciones de República
Dominicana, valiéndole recaudar un total de US$896.1 millones en 2024, que
representó un aumento del 2.6% con respecto a 2023.
Es una cifra en niveles inferiores a
picos anteriores, considerando que la misma registró US$1,039.4 millones en
2022. De esa forma refleja los desafíos en el intercambio bilateral, como
vemos en los precios de productos y asedio de las bandas.
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