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Fallece Jane Goodall, pionera en el estudio de los chimpancés y defensora de la naturaleza

La ONU y líderes mundiales reconocen su legado científico y ambiental, destacando su compromiso con la protección de los bosques y el futuro del planeta

Nueva York.- La reconocida primatóloga, etóloga y antropóloga británica Jane Goodall falleció en California a los 91 años, mientras cumplía una gira de conferencias en Estados Unidos. La noticia fue confirmada por el Instituto Jane Goodall, que destacó su “incansable defensa del planeta” y su impacto en la ciencia.

Goodall transformó la comprensión mundial del comportamiento animal. Sus observaciones en la Reserva de Gombe, en Tanzania, demostraron que los chimpancés no solo usaban herramientas, sino que también las fabricaban. Este hallazgo cambió para siempre la visión científica sobre la frontera entre humanos y primates.

La ONU lamentó profundamente su partida y aplaudió el compromiso de Goodall con la conservación del medio ambiente. Su trabajo inspiró a generaciones enteras y marcó un precedente en la lucha contra la destrucción de los ecosistemas.

Una vida marcada por la ciencia y la perseverancia

En 1960, con apenas 26 años y sin estudios universitarios formales, Goodall viajó a África alentada por el antropólogo Louis Leakey. Allí inició un proyecto que, con el tiempo, se convirtió en la investigación más prolongada de un animal en su hábitat natural.

Al principio, los chimpancés huían de ella. Todo cambió cuando conoció a “David Greybeard”, un macho adulto que aceptó su presencia. Ese vínculo permitió a Goodall integrarse en la vida de los primates y descubrir aspectos desconocidos de su comportamiento.

Goodall les puso nombres, identificó sus emociones y desafió la idea de que los animales carecían de personalidad. Su metodología fue cuestionada, pero acabó revolucionando la etología. En 1965 obtuvo un doctorado en Cambridge, pese a no haber cursado una licenciatura.

De científica a activista global

En 1986, tras participar en un congreso de conservación, Goodall decidió convertirse en activista. Reconoció que los bosques africanos estaban siendo devastados y entendió que su papel debía centrarse en proteger tanto a los chimpancés como a las comunidades humanas que habitaban cerca de ellos.

Ese cambio de rumbo la llevó a fundar el Instituto Jane Goodall, creado en 1977, y el programa juvenil Roots & Shoots, que fomenta la educación ambiental en más de 60 países. También estableció proyectos comunitarios en África que combinan desarrollo humano y conservación de la vida silvestre.

Incluso en su vejez, Goodall mantuvo una agenda intensa. Viajaba más de 300 días al año, reuniéndose con líderes mundiales y estudiantes. Durante la pandemia, llevó su mensaje a través de conferencias virtuales, advirtiendo sobre los riesgos del tráfico de animales salvajes y la pérdida de biodiversidad.

Una infancia marcada por la curiosidad

Nacida en Londres en 1934, Jane Goodall mostró desde pequeña un amor profundo por los animales. A los cuatro años, tras observar cómo una gallina ponía un huevo, supo que quería dedicarse a estudiar el mundo natural.

Ese espíritu la acompañó siempre. En su niñez leía sobre África y soñaba con vivir en la selva. Ahorró cada centavo para cumplir su meta, pese a la incredulidad de su entorno en plena Segunda Guerra Mundial.

Su madre fue clave en su desarrollo, apoyando su curiosidad científica y alentándola a no rendirse jamás. Ese respaldo resultó decisivo en la construcción de una carrera que inspiró a millones.

Legado y esperanza para las nuevas generaciones

Goodall insistió hasta sus últimos años en que la humanidad debía reconectar con la naturaleza. Creía que los humanos, como especie más intelectual, tenían una responsabilidad moral con el planeta.

“Fui a una conferencia como científica y salí como activista”, solía decir. Ese espíritu la convirtió en una voz inquebrantable contra el cambio climático y la explotación indiscriminada de los recursos naturales.

Preguntada sobre su legado, expresó que deseaba “dar esperanza a los jóvenes y transmitirles un sentido de empoderamiento”.

Hoy, su nombre queda inscrito en la historia no solo de la ciencia, sino también de la defensa de la vida y la conciencia ambiental mundial.

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