
Por
Vianelo Perdomo
Santo
Domingo.- 64
años se cumplen este viernes, 30 de mayo de 2025, del ajusticiamiento, en el
malecón de Santo Domingo, del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien
gobernó a República Dominicana con mano de hierro.
Era su último día y, como muchos señalan era su costumbre, a las cinco de la mañana ya estaba de pie el “Generalísimo”, Rafael Leónidas Trujillo, para caminar, sin saberlo, hacia el borde de un sendero que no se ve, pero al que todo ser humano llega: la muerte.
Era un martes, 30 de mayo de 1961, y a
las cinco y media de la tarde de ese martes se comenzó a tejer el manto del
hecho histórico que cubriría el cuerpo sin vida de Trujillo y con el cual se
pretendía abrigar a una República Dominicana que por tres décadas sufrió la
frialdad de una de las dictaduras más temibles de América Latina.
Entre las nueve de la mañana y las cinco
y media de la tarde, el “Benefactor de la Patria”, como se hacía llamar,
desarrolló su última agenda como gobernante que incluyó visitas a la Base Aérea
de San Isidro, almuerzo en el Palacio Nacional, su siesta regular y varias
reuniones con funcionarios.

Un
cambio inesperado.- De
acuerdo con los testimonios recolectados por Juan Daniel Balcácer en su libro
“Trujillo: El Tiranicidio de 1961”, era regular que el dictador saliera los
miércoles o jueves hacia su finca en San Cristóbal, por lo que uno de estos dos
días eran los que esperaban los “conjurados” para realizar el ajusticiamiento.
Sin embargo, durante el desarrollo de
las actividades de ese martes, Trujillo le comunicó a su estrecho colaborador
Virgilio Álvarez Pina que en la noche se trasladaría a la Hacienda Fundación,
una jugada que no preveía el grupo de acción y que los forzó a acelerar los
planes.
“Debido a esa circunstancia fortuita por
lo menos tres de los miembros originales del grupo de acción se vieron
imposibilitados de participar en el tiranicidio”, subraya Balcácer.
El historiador señala, además, en su
obra que el grupo de la avenida estaba conformado por "nueve personas que
se distribuirían en tres vehículos".
Tan pronto como pudo, Miguel Ángel Báez
Díaz se comunicó vía telefónica con Antonio de la Maza quien a las 5:30 p.m. se
dispuso a reunir a los “conjurados” y poner en marcha el temporizador que
marcaría la hora final de Trujillo.
Las siguientes dos horas y media
transcurren con las diligencias de los ajusticiadores para certificar la
veracidad del viaje y conseguir las armas con las que llevarían a cabo el
tiranicidio.
Sobre el armamento, un artículo
publicado en 2011 por el periódico Hoy específica que el grupo de la avenida
estaba equipado con por lo menos una pistola calibre 45, una escopeta Browning
recortada calibre 12 y tres carabinas M-1.
Asimismo, el citado medio afirma que en
unas declaraciones “inéditas” dadas al Procurador General de la República, en
esa época, por Salvador Estrella Sadhalá, Roberto Pastoriza y Huáscar Tejeda,
se menciona una pistola calibre 45 de reglamento, un revólver Smith and Wesson
calibre 38 y una pistola Luger.
Trayecto
sin retorno.- Ya
a las ocho de la noche, mientras el dictador se preparaba para salir a su
habitual paseo desde la Estancia Radhamés, no sin antes solicitarle a su chofer
Zacarías de la Cruz estar listo para partir a Fundación a su regreso, los
conjurados también se alistaban, pero, para encontrarse con él (Trujillo) y
desviar su trayecto hacia el camino sin retorno.
En su salida Rafael Leónidas Trujillo
visitó a su madre, Julia Molina, quien residía en la Avenida Máximo Gómez con
México, donde actualmente está ubicada la Universidad APEC, y desde ahí se
desplazó hasta la Avenida George Washington caminando de oeste a este hasta el
Obelisco, acompañado por varios colaboradores.
En tanto, a las 8:10 p.m. de la Maza
recoge a Pedro Livio Cedeño de la casa de Juan Tomás Díaz a quien fue a visitar
para pedirle a Chana de Díaz la pistola de su esposo.
Posteriormente, Cedeño y de la Maza
continúan su recorrido en busca de los demás miembros de la misión y Huáscar
Tejeda espera por Roberto Pastoriza en su residencia para después dirigirse a
la avenida George Washington para reunirse con Salvador Estrella Sadhalá,
Antonio Imbert y Amado García Guerrero.

¡A
sus posiciones!.- A
las 8:25 de la noche ya los conjurados estaban en la autopista con armas
repartidas y distribuidos en tres vehículos.
De la Maza, Imbert, Estrella Sadhalá y
García Guerrero compartían un carro Chevrolet que estaba estacionado enfrente
del Coney Island de la Feria y tres kilómetros después se encontraban Tejeda y
Cedeño en un auto Oldsmobile, mientras que en un Mercury aguardaba Pastoriza.
Y aunque Trujillo había indicado que
tras su paseo partiría a la hacienda, por el contrario, pasadas ya las 9:15,
decidió visitar nuevamente la base, “aviación”, y también a su hija Angelita.
Luego de finalizado el extendido paseo,
Miguel Ángel Díaz, que acompañaba al “Jefe” en su recorrido, se reunió con su
primo Juan Tomás Díaz, y este último en compañía de su hermano Modesto Díaz y
Luis Amiama Tío se trasladó a la casa de su hija para establecer el “centro de
operaciones” y esperar el desenlace.
Ante las súbitas acciones del
“Generalísimo” que dilataban el suceso y aceleraba la impaciencia de los que
esperaban desde hace una hora, Báez Díaz se apersonó para calmar la ansiedad de
sus compañeros y asegurarles que faltaba poco.

Pasó el carro frente a ellos y de
inmediato de la Maza, Imbert, Estrella Sadhalá y García Guerrero iniciaron la
persecución en la que no le tomó mucho alcanzar el vehículo de Trujillo.
Con el disparo de Antonio de la Maza, a
las 10:00 P.M., aproximadamente, el enfrentamiento había empezado y el certero
proyectil impactó el cuerpo del llamado "Benefactor de la Patria".
Zacarías, el chofer del dictador les
respondió a los conjurados y durante unos 10 minutos un tramo de la George
Washington se convirtió en el escenario de un hecho histórico forjado bajo una
lluvia de balas acompañadas por el estruendo que anunciaba la salida de cada
proyectil.
A las 10:10 de la noche, del martes 30 de mayo de 1961, ya "El jefe” estaba muerto.
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