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Parte de la valla entre
Estados Unidos y México en Tijuana.
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El presidente concreta por primera
vez que su plan se concentra en "1.000 o 1.500 kilómetros" y no
aclara si se refiere a la parte ya construída.
Los Ángeles.- El lento proceso de concretar una
efectista promesa electoral avanzó un paso más este miércoles, cuando el
presidente Donald Trump reconoció que el muro que quiere construir en la
frontera con México no se extenderá de costa a costa.
A bordo del
Air Force One en su viaje oficial a París, el presidente dijo que serán
necesarias “entre 700 y 900 millas” de muro, o entre 1.000 y 1.500 kilómetros.
La frontera entre Estados Unidos y México tiene 3.200 kilómetros.
“Tienes montañas,
tienes algunos ríos violentos y peligrosos. Tienes lugares tan remotos que
realmente no cruza nadie”, dijo el presidente, de acuerdo con la transcripción
facilitada por la Casa Blanca.
Además, el presidente razonó que el muro de alguna forma tiene que dejar ver a
los agentes de fronteras lo que pasa al otro lado. Esta característica está en
el pliego de condiciones que el Gobierno publicó para las empresas que opten a
construir el muro. “Aunque suene horrible, cuando lanzan los grandes sacos de
drogas por encima, y cuando hay gente al otro lado del muro, no los ves. ¿Te
pegan en la cabeza con 30 kilos de drogas? Es el fin”, dijo Trump, según esta
transcripción.
La promesa de
construir un “gran y hermoso muro” en la frontera con México fue seguramente la
más reconocible de cuantas hizo Trump en la campaña electoral que le llevó a la
Casa Blanca en 2016. La marca de su presidencia. Casi desde el principio,
cuando se le preguntaba por los detalles, empezó a decir que no hacía falta un
muro en todo el trazado porque ya había barreras naturales en algunas partes,
tal como advertían los expertos.
Contratistas y
mandos de la policía de fronteras consideraban la idea absurda, pues la gran
ola de inmigración ilegal de México de principios de los años 90 ya provocó la
construcción de una barrera física en los lugares donde se considera más
efectiva, es decir, las ciudades fronterizas. Un año después esos mismos
contratistas y expertos tratan de asesorar a la Casa Blanca sobre la mejor
manera de hacer un muro.
En la frontera ya
existen casi 1.000 kilómetros de muros, vallas o algún tipo de barrera física.
Recientemente, la Casa Blanca presumió de estar trabajando en el muro de la
frontera cuando en realidad se trataba de reparaciones en muros existentes. En
sus declaraciones de este jueves, el presidente no dejó claro si entre esos kilómetros
de valla a los que se refiere se incluyen partes ya construidas que necesiten
actualizaciones.
La victoria de
Trump trajo consigo la necesidad de convertir la gran promesa en realidad. El
presidente firmó una orden ejecutiva en las primeras semanas de su mandato
donde ordenaba comenzar los estudios y reservar presupuesto para ejecutar el
muro.
La construcción
del muro es, además, el principal factor de tensión entre Estados Unidos y
México, cuyas relaciones han llegado a un punto tan bajo que el presidente de
México canceló una visita a la Casa Blanca al poco de inaugurarse la
presidencia de Trump. El hoy presidente se pasó la campaña diciendo que
obligaría a México a pagar por el muro, a través de tarifas y de barreras
comerciales. México no solo se niega, sino que considera ofensiva la cuestión.
Trump ya ha asumido que incumplirá su promesa y si quiere construir un muro
tendrá que pagarlo con el presupuesto de EE UU.
Y en ese punto se
encuentra la eventual construcción del muro. El Gobierno calcula que el
proyecto costaría 20.000 millones de dólares. La primera propuesta
presupuestaria de la Casa Blanca fue ignorada por los republicanos en el
Congreso. El miércoles, el Comité de Presupuestos de la Cámara de
Representantes aprobó destinar 1.600 millones de dólares para empezar la
construcción del muro, lo que fue celebrado por Trump en Twitter.
El
Departamento de Aduanas y Protección de la Frontera ha recibido ofertas de más
de 200 empresas para construir el muro. Antes de final de año esperan tener
construidos ocho prototipos de los que elegirán el ganador. Los prototipos se
construirán en el sector de Otay, en el centro de la frontera de California,
porque el Gobierno es dueño de la tierra y no tiene que pedir permisos ni hacer
expropiaciones, otra de las posibles inconveniencias de la eventual
construcción.
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